Le hallé la vena del dinero a Cristo.

Este pastor era un excelente pastor. Humilde, temeroso de Dios y con un ministerio prometedor. Por el año 2005 abrazó la doctrina de la prosperidad. Sus últimas batallas y su final no era lo esperado.

Su ministerio en la ciudad era muy respetado dentro de su denominación. La congregación que pastoreaba estaba en crecimiento. Unos amigos pastores lo invitaron a conocer ese nuevo movimiento “cristiano” de la escalera del éxito, de los encuentros y sobre todo de la prosperidad. Ese mover que se propagó por todo el mundo y se vendió como la última revelación de Dios para este tiempo.

Este pastor a quien llamaré Juan Carlos quedó cautivado por este nuevo mover que ofrecía crecimiento acelerado, discipulado y prosperidad a través de pactos. Las denominaciones en nuestro país se vieron envueltas en sendas confusiones a causa de todo esto. Pero Juan Carlos se sentía renovado, inspirado y respaldado por los predicadores de esta doctrina.

Hizo muchos cambios en su congregación de forma repentina. Esto provocó que algunos hermanos que gustan de la sana doctrina se sintieran incómodos. Algunos lo confrontaron pero solo recibieron discriminación e indirectas en las predicaciones. Algunos miembros se marcharon a otras congregaciones, pero debido al crecimiento numérico, esto no afecto al ministerio de este hombre.

Pasados algunos años Juan Carlos le hizo una confesión a un líder. Le dijo muy emocionado y hasta orgulloso: mira hermano, le hallé la vena del dinero a Cristo.

– ¿Cómo así pastor? – le dijo el hermano.

– Déjame explicarte bien este asunto. Cristo tiene dos venas. Por una fluye la sangre de la salvación y por otra fluye la plata, dinero en abundancia. Yo solo le había encontrado una, pero ahora le he hallado la otra y le estoy sacando provecho.

Los mensajes de Juan Carlos ya no eran los mismos, ahora enfatizaba en cada mensaje lo financiero. Se convirtió en lo que nosotros conocemos como un predicador de la prosperidad. Alguien que tuerce las Sagradas Escrituras para sacar provecho. Tales personas le han provocado un enorme daño a la causa de Cristo. Que han tomado el dinero del Señor para sí mismos. No es que esté mal que un pastor prospere, pues servimos a un Dios justo. Lo que sí está mal, es que se use la Biblia con mala intención para semejante fin.

Un día Juan Carlos se sintió muy mal. Tenía vómitos, mareos, fiebre, cansancio y otros síntomas. Después de muchos análisis el médico le dijo que sus riñones no respondían. ¡Tenía insuficiencia renal crónica! Pero ¿Cómo era esto posible si era un hombre joven, sano y fuerte? Ese día comenzó un duro calvario para Juan Carlos.

Peleó muchas batallas, diálisis, buscó un trasplante y la iglesia oraba mucho por él. Varios pastores de su misma creencia fueron a orar por él y le profetizaron salud y vida. Aunque hubo un hombre de Dios que lo visitó, le dijo que se arrepintiera y se volviera al Señor, que predicara como antes, que renunciara a la falsa doctrina de la prosperidad, que tenía un gran ministerio. Juan Carlos le dijo que eso no era de Dios porque muchos pastores de ese “movimiento” le habían dado palabra y que se levantaría como un gigante.

A los pocos días su salud se deterioró y finalmente Juan Carlos partió de este mundo. Murió en la etapa plena de un hombre, a la mitad de sus días, murió próspero material y económicamente. A su muerte la iglesia se partió y el grupo de la prosperidad fue reducido a un número pequeño. Hoy quedan pocos recuerdos de su ministerio.

Mis amigos y hermanos. Me atrevo a escribir que por las venas de Cristo corría sangre preciosa. Sangre pura y perfecta que fue derramada para remisión de nuestros pecados. Sangre bendita que nos da la paz y la seguridad de la vida eterna. Cristo no tiene una vena de la prosperidad, son los hombres llenos de ambición los que inventan tales mentiras.

Puedo reflexionar y recordar las palabras de la carta de Juan: “Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” Prediquemos a Cristo y a este crucificado. Yo creo en la prosperidad bíblica que viene por obedecer a Dios. Pero más que prosperidad, buscamos salvación.

Predicador, mantén tu dignidad y sigue anunciando el verdadero evangelio bíblico.

Amigo y hermano, si deseas encontrar el perdón de Dios, te ofrezco al único que puede salvarte: Jesucristo.

Escríbeme.

Pastor Henry Cerna.

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Publicado por Henry Cerna

Siervo de Jesucristo. Ganador de almas. Esposo. Padre de una bella hija. Recorro el mundo predicando el evangelio.

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