
Ella era una joven brillante con un futuro prometedor. Todavía la recuerdo sentada en mi oficina, diciéndome que le gustaría servir al Señor, pero estaba muy ocupada con sus estudios en la universidad. Esta es su historia.
Marcela (nombre ficticio), era una joven muy alegre, divertida; de esas que son el alma de cualquier grupo. Era cristiana desde pequeña gracias a su madre y sirvió al Señor desde su niñez. Al entrar en la adolescencia experimentó un cambio respecto a su amor a Jesús.
Cuando entró a la universidad se embelesó por las cosas del mundo, la música secular, las salidas sin permiso de mamá, las modas y probar nuevas sensaciones en ambientes inadecuados para alguien espiritual. Con todo eso, se hizo novia de un joven cristiano; quien al descubrir la doble vida que ella llevaba trató de animarla para que se volviera al Señor, pero fue en vano. Finalmente el joven se alejó.

Recuerdo haberla contactado para pedirle que asistiera a la iglesia con más regularidad, que se uniera al grupo de jóvenes y si ella tenía disponibilidad, que sirviera en la congregación. Su respuesta siempre fue la misma. – Muchas gracias pastor, yo con el mayor de los gustos, pero fíjese que estoy muy ocupada con mi carrera en la universidad, no me queda tiempo de congregarme, solo paso estudiando, nos están “reventando” los licenciados.
– Marcela, comprendo tu situación, pero recuerda que Dios es primero. Él no nos pide que abandonemos nuestros sueños o metas pero es sabio hacerle parte de todo lo que hacemos.
Con el tiempo ella se alejó más. Se hizo novia de un muchacho no cristiano. Él bebía alcohol y consumía otras cosas. De hecho, pasaba bastante tiempo con él, visitaban discotecas, hacían fiestas y salían a la playa. Marcela aprendió a tomar licor y cambió todo su círculo de amigos cristianos. Yo sabía que la universidad solo era una excusa para no ir a la iglesia, y que en verdad le sobraba mucho tiempo.
En mis años de servirle al Señor, he descubierto que las personas cuando andan mal con Dios siempre ponen de excusa sus estudios, trabajo, hijos, parientes y un sinfín de cosas que no tienen lógica. Todo para justificar y no aceptar que están fríos y alejados de las cosas espirituales.
Hubo en mi corazón un sentir de orar por ella. Le escribía cada semana para decirle que Dios me había puesto ese sentir. Que quizá Dios la estaba llamando y que reconsiderara volverse a Cristo. Para mí es causa de preocupación cuando Dios pone un sentir así por alguien que conozco.
La respuesta de Marcela era la misma. Un día cuando escribí un mensaje para ella y estaba a punto de enviárselo el Espíritu Santo me detuvo y no me lo permitió. Hice tres intentos en los días siguientes pero no pude. Creo que Dios ya no estaba tratando con ella y en el cielo se había tomado una decisión.
Un domingo estaba en mi oficina descansando después de la jornada dominical. Recibí un mensaje a mi celular. Era una joven de la iglesia. – Pastor, ¿ya se dio cuenta de lo que le sucedió a Marcela ahora en la madrugada? ELLA ESTA MUERTA. – ¿Qué? ¿Cómo? Por favor, no andes bromeando con eso. – De ninguna manera pastor, está en las noticias.
Sentí un frio helado en mi espalda, mi mente se rehusaba a creer semejante asunto. Inmediatamente busqué algunas fuentes de noticias. Efectivamente mis amigos y hermanos, en la madrugada hubo un accidente de tránsito en la carretera rumbo a la playa. Marcela salió volando del vehículo, sus huesos y cráneo se rompieron muriendo en el instante. Iba con su novio. Él salió ileso.
Después nos dimos cuenta de que estaban en un lugar de diversión a media noche, habían tomado y luego tuvieron una discusión. Salieron rumbo a la playa y en el camino ocurrió el percance. Ante las averiguaciones el novio dijo que ella iba manejando. Él salió libre. Después de un tiempo consiguió otra novia y sigue en los caminos de este mundo.
Mientras tanto Marcela murió, joven, llena de vida, con un gran futuro; murió ebria, lejos del Señor Jesucristo. Abrazando este mundo y al pecado. Provocando un inmenso dolor a sus familiares y amigos, y a este pastor que se arrodilló a llorar en su oficina. Ella jamás pensó que sus días iban a terminar así. Que la muerte la iba a visitar a esa edad.

Estimados amigos, estamos en este mundo pero no sabemos cuándo llegará el día de partir a la eternidad. No importa las excusas que pongamos o todo lo que disfrutemos en este mundo. Si la muerte nos sorprende lejos de Cristo, no nos espera otra cosa que las llamas del infierno. Un castigo eterno, un sufrimiento cruel, un lloro y crujir de dientes para todos aquellos que desprecian el regalo de Dios que es Jesucristo.
Si estas lejos del Señor, reconsidera volverte a él en este momento. Hazlo, antes que sea demasiado tarde. Escríbeme para ayudarte.
Pastor Henry Cerna
Telegram https://t.me/henrycernatep
Si quieres leer más artículos como este dale clic a Mi Blog.