El día que descubrí la oración.

Nos llamaron que mi tío estaba muerto en una de las calles de la ciudad. Fue un golpe muy duro para toda la familia. Mi otro tío, (hermano del fallecido) sufrió un impacto tal, que quería suicidarse. En medio de una tragedia venía otra. Pero Dios lo cambió todo. Este es un testimonio personal de cómo descubrí la oración.

Tenía pocos días de haber recibido a Jesucristo como mi Señor y Salvador. Había escuchado acerca de la oración y quise intentarlo. Pero la verdad, no sabía cómo hacerlo. Recuerdo que oraba tres veces al día. Cada oración era de un minuto o un minuto y medio como máximo. Como podía le decía al Señor algunas cosas tratando de ser lo más sincero posible.

Cuando mi tío falleció, el hermano de él se deprimió tanto que quería quitarse la vida. Por lo tanto mi familia decidió trasladarlo a otra ciudad donde otro pariente. Me enviaron a mí para cuidarlo. Una vez establecidos, a él lo dejaron durmiendo en un cuarto con otro pariente y a mí me enviaron a la cosechera de la casa a dormir con otro primo.

Por la noche mi primo me preguntó: – Henry, ¿y tú oras antes de acostarte? – Por supuesto que sí, le dije. Y era cierto. – A pues oremos juntos. – Me dijo mi primo. Esta bien respondí. En ese momento él me alcanzó un cojín (almohada) para poner en las rodillas. Yo me reí y pensé, ¿Quién necesita almohadas en las rodillas para orar un minuto?

Mi primo y yo nos pusimos a orar. Cuando yo terminé mi oración, vi que mi primo seguía orando. Entonces volví a orar el minuto. Abrí los ojos y mi primo seguía orando. Oré siete veces y mi primo no terminaba de orar. Ahora entiendo por qué razón usa almohadas pensé. Al cabo de 45 minutos él dejó de orar y se levantó.

Me dijo: – Que bien se siente orar ¿verdad? – Claro que sí, le dije yo. Y tú ¿oras de madrugada? Por supuesto le respondí; sin saber que él se levantaba a las cuatro de la madrugada. A pues vamos a orar juntos me dijo y se acostó a dormir. Como ustedes bien saben, dormir en casa ajena la primer noche es incómodo. Pero yo la verdad no pude dormir pensando en la oración y en la forma que mi primo la hacía.

Tenía muchas preguntas:

¿Qué dice en todo ese tiempo? ¿Por qué no se cansa? ¿Le oye Dios? ¿Por qué sentí algo diferente en esta oración? Y así me pasé toda la noche. Con mi mente inquieta, llena de interrogantes. Había probado algo nuevo en mi vida y quería más.

Cuando sonó la alarma, me preguntó si estaba listo. Claro que sí le respondí. Solo que ahora si le pedí la almohada para mis rodillas. Recuerdo que comenzamos a las cuatro de la mañana y por primera vez en mi vida pude hablar con Dios de todo. Hablé con él de mi vida, de mis sueños, de mis anhelos, de mis debilidades; le pedí por mi tío que se quería suicidar, pedí por la iglesia, por mi familia y le pedí a Dios que me llenara de su Presencia.

Había orado por primera vez en mi vida una hora y diecisiete minutos. Cuando me levanté nos abrazamos con mi primo, estábamos llenos del poder de Dios. Yo caminaba y me sentía bien liviano como si andada en una nube. Sentía mucho amor por Jesús y por las personas que me rodeaban.  

La verdad yo quería seguir orando porque era algo indescriptible. Había descubierto la oración y el tesoro de la presencia del Espíritu Santo. Sabía que mi vida no sería la misma.

Con el pasar del tiempo desarrollé una vida de oración. Orando tres veces al día, comencé a orar por las almas perdidas y Dios me ha concedido en estos casi veintisiete años ganar miles para Cristo. Oro por los enfermos y los cautivos por el diablo y he visto sanidades, milagros y liberaciones en tantas personas como países. Dios ha usado la oración para afectar la vida de multitudes.

Con el tiempo recibí el ministerio de evangelista. Con el paso de los años el de misionero y luego el de pastor. Nuestro ministerio de oración es muy grande. He buscado el rostro del Señor todos estos años en oración y ayuno. Ese tiempo para mí es muy especial, es de regocijo y de amor por Jesús. Las batallas que se pelean en las rodillas se convierten en grandes victorias contra las fuerzas de Satanás. Se libera a los cautivos.

Quizá tú no hayas descubierto la oración aún. Te animo a unirte a nuestro ejército de oración y aprender a comunicarte con Dios, sé que lo lograrás.

Quizá tú solías ser un guerrero de oración y sabes que hablo verdad, pero has abandonado tu trinchera y ahora estas frío. Quiero invitarte a volverte al Señor hoy mismo y retomar con mayor poder este ministerio de clamor.

Mis amigos y hermanos, el reino de Dios necesita hombres y mujeres de oración y ayuno. El mundo clama por cristianos llenos del Espíritu Santo que mostremos el camino al cielo. De una gran tragedia familiar yo saqué una de las más grandes victorias de mi vida: DESCUBRIR LA ORACIÓN. Tú también puedes lograrlo. Escríbeme.

Pastor Henry Cerna.

infohenrycerna@gmail.com

TELEGRAM @henrycernaorg

Si quieres leer más artículos como éste, dale clic en mi Blog.

Publicado por Henry Cerna

Siervo de Jesucristo. Ganador de almas. Esposo. Padre de una bella hija. Recorro el mundo predicando el evangelio.

Deja un comentario

Descubre más desde Henry Cerna Org

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo