Su mamá lo arruinó dándole todo lo que le pedía. Murió de 30 balazos.

El amor de madre o padre es muy grande, pero aún ese amor debe ser sabio y prudente. Dar a los hijos todo lo que piden es una práctica que a la larga da frutos malos.

Tenía un compañero en la escuela a quien llamaré Frank. La mayoría que estudiamos en esa sección del turno de la tarde, veníamos de hogares humildes y pobres. Yo en lo personal, no me avergüenza decir que anduve con zapatos y uniformes rotos y que no tenía para comprar en el cafetín o para los libros.

Pero el caso de Frank era diferente al de la mayoría. Ya que Frank siempre lucía uniformes nuevos, zapatos finos, cadenas de oro gruesas y lo que nos asombraba era que cada día llevaba 50 colones a la escuela. En aquellos tiempos esa cantidad equivalía a unos 200 dólares diarios actualmente.

Por supuesto que en el recreo la mayoría de nosotros nos íbamos a jugar pelota y a beber mucha agua del chorro porque así disimulábamos el hambre y las ganas de comprar algo en el cafetín. Si era temporada de mangos, los disfrutábamos de los árboles de aquella escuela. En cambio Frank compraba mucha comida, golosinas y soda. Todo cuanto quería.

La mamá de Frank era una mujer luchadora, vendía en el mercado y le iba muy bien. Por esta razón tenía la capacidad de darle ciertos lujos a sus hijos. Como yo la conocí de cerca, la escuché decir frases como:

“Yo me parto el lomo para que mis hijos no sufran y tengan lo que yo nunca tuve. Mientras yo viva a ellos no les hará falta nada”.

El amor de madre es único. Pero hay amores que matan. Como yo estudiaba por la tarde y me pasé al turno de la mañana perdí contacto con Frank. Pasados algunos años la mamá de él enfermó y quebró con su negocio al no poder trabajar por la enfermedad. Pasado otro tiempo me enteré por otros compañeros que Frank había dejado la escuela. Unos vecinos se quejaban de asaltos constantes en su colonia. Era Frank quien a punta de cuchillo robaba a la gente.

Había quedado tan acostumbrado a tenerlo todo y a vivir cómodamente que, al faltar el ingreso de su madre, comenzó a faltarle. Con el tiempo este joven se hizo fuerte en el crimen. Compró armas de fuego y planificaba otro tipo de asaltos.

Recuerdo que un día llegó a casa de mi abuela. Todos estaban escandalizados cuando llegué a casa. Me dijo mi abuela, allí te buscan. – Hola Henry, que gusto verte. Tiempo de no hablar contigo. ¿Qué te has hecho? – Estoy bien Frank, Que sorpresa. ¿Cuál es el motivo de tu visita? – Tranquilo Henry, con vos y tu familia no hay problema. Solo pasaba por aquí y quise saludarlos.

Después de unos minutos nos despedimos. Yo aún no era cristiano. Y estaba muy preocupado por aquella visita porque la mala fama de este joven era grande. Con el tiempo nos enteramos de que lo buscaba la policía, pero siempre se escapaba. Siguió asaltando ganaderos, personas que salían de los bancos, almacenes, etc.

Un día nos pasaron avisando que lo habían asesinado. Era un tipo joven. Había muchas versiones de los hechos pero nadie sabe con seguridad lo que pasó. Lo que sí comprobamos es que medicina legal recogió sus restos con una pala. Le habían dado más de 30 balazos y lo habían picado a machetazos.

Su madre jamás se imaginó ese cuadro tan horroroso, tan cruel y fatal. Yo fui a la velación, su caja estaba sellada. Yo solo recordaba aquel compañero que se escapaba de la escuela para ir a los videojuegos (las maquinitas), aquel muchacho que tenía todo lo que quería gracias a su madre. Aquel niño que fue arruinado sin querer por el gran amor de su madrecita.

Mis amigos y hermanos, yo también soy padre y el amor que uno siente por los hijos es inmenso. Pero a ese amor debemos ponerle sabiduría de lo alto. Ahora estamos con nuestros hijos, mañana, no sabemos. Que ellos aprendan a valorar las cosas y que no se crean los reyes del mundo.

Para mí lo más importante es guiarlos por el camino del Señor y dejarles ese gran legado del evangelio para que ellos sigan su vida tomados de la mano del Señor. Que nuestro amor no nos ciegue, sino que nos impulse a tratarlos con disciplina y amonestación del Señor.

Si quieres que ore por tus hijos escríbeme. Dios te dé sabiduría para educarlos.

Pastor Henry Cerna.

infohenrycernatw@gmail.com

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Publicado por Henry Cerna

Siervo de Jesucristo. Ganador de almas. Esposo. Padre de una bella hija. Recorro el mundo predicando el evangelio.

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